Luz y color






Proverbios




Si te caes siete veces, levántate ocho.


Cuando bebas agua, recuerda la fuente.

Nunca se pierden los años que se quita una mujer, van a parar a cualquiera de sus amigas.
 
El que teme sufrir ya sufre el temor.
 

La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta.


Jamás se desvía uno tan lejos como cuando cree conocer el camino.
Todos los hombres son sabios; unos antes, los otros, después.
 
Excava el pozo antes de que tengas sed.


       Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa.

Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto.


La tinta más pobre de color vale más que la mejor memoria.

Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría.

Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego.
Al perro que tiene dinero se le llama señor perro.

Si un hombre te dice que pareces un camello, no le hagas caso; si te lo dicen dos, mírate un espejo.
 
El hombre no puede saltar fuera de su sombra.

La paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces.


Recorre a menudo la senda que lleva al huerto de tu amigo, no sea que la maleza te impida ver el camino.


Los ríos hondos corren en silencio;
los arroyos son ruidosos.

El corazón en paz ve una fiesta en todas las aldeas.

Un hombre sólo posee lo que no puede perder en un naufragio.
 


Un libro abierto es un cerebro que habla;
cerrado un amigo que espera;
 olvidado, un alma que perdona;
 destruido, un corazón que llora.




 La vejez comienza cuando el recuerdo es más fuerte que la esperanza.
¿Qué ve el ciego, aunque se le ponga una lámpara en la mano?
 

El bien que hicimos la víspera es el que nos trae la felicidad por la mañana.
 

En el camino de la vida podrás transitar por el sendero de la sabiduría. Si de él sales convencido de no saber nada, es que has aprendido mucho.

El que nada duda, nada sabe.

Aquel que ha contemplado la belleza se vuelve bello para siempre.

Solo sé que no sé nada, pero sé más que aquellos que dicen saberlo todo.
 

Los burros prefieren la paja al oro.
 

Las lágrimas derramadas son amargas, pero más amargas son las que no se derraman.

Una vez terminado el juego el rey y el peón vuelven a la misma caja.


 
No hay árbol que el viento no haya sacudido.


Es más fácil variar el curso de un río que el carácter de un hombre.


Del escuchar procede la sabiduría, y del hablar el arrepentimiento.

No hables mal del puente
hasta haber cruzado el río.

Todos los hombres estamos hechos del mismo barro, pero no del mismo molde.

La unión en el rebaño obliga al león a acostarse con hambre.


Añorar el pasado es correr tras el viento.
Por el amor de una rosa el jardinero es servidor de mil espinas.



.Nadie prueba la profundidad del río con ambos pies.




Continuará...